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¿Los Trastornos de la Personalidad Son Enfermedades Mentales? Una Aclaración Necesaria

Cuando escuchamos palabras como depresión, ansiedad o esquizofrenia, solemos pensar en enfermedades mentales. Pero ¿qué pasa cuando hablamos de trastornos de la personalidad? ¿También son enfermedades? Aunque muchos piensan que sí, en realidad, los trastornos de la personalidad son algo distinto. No se consideran enfermedades mentales en el sentido tradicional, y entender por qué es importante para eliminar prejuicios, mejorar la comprensión y brindar mejores apoyos a quienes los viven.

¿Qué es un trastorno de la personalidad?

Según el manual más usado por psicólogos y psiquiatras (el DSM-5), un trastorno de la personalidad es un patrón constante de pensamiento, emociones y comportamientos que se aleja mucho de lo que la sociedad espera. Este patrón suele empezar en la adolescencia o en la adultez temprana, y tiende a mantenerse estable a lo largo del tiempo.

Por ejemplo, alguien con un trastorno de personalidad puede tener muchas dificultades para confiar en otros, ser muy impulsivo, tener relaciones caóticas o experimentar emociones intensas de forma constante. Pero esto no significa que estén “enfermos” en el sentido médico.

¿Entonces por qué no se considera una enfermedad?

1. No es algo que “aparece”, sino que se desarrolla

Las enfermedades mentales como la depresión o el trastorno bipolar suelen aparecer en un momento concreto de la vida, a veces por un evento difícil, a veces sin razón clara. En cambio, los trastornos de la personalidad se desarrollan poco a poco como parte del carácter de la persona, y se manifiestan en la forma en que se relacionan con el mundo desde siempre.

2. No hay una “cura” médica

Aunque la mayoría de los trastornos de personalidad pueden mejorar con terapia psicológica, no se tratan con medicamentos de la misma forma que una enfermedad como la esquizofrenia. Se requiere un proceso más largo, que ayuda a la persona a conocerse mejor y aprender nuevas formas de relacionarse con los demás y consigo misma.

3. No hay una causa biológica clara

En muchas enfermedades mentales, se han encontrado alteraciones en el cerebro, genes o sistemas químicos del cuerpo. En los trastornos de personalidad, eso no está tan claro. Tienen más que ver con cómo se formó la personalidad de la persona a lo largo de su vida, incluyendo experiencias tempranas, relaciones familiares, traumas, etc.

¿Por qué es importante esta diferencia?

Llamar “enfermedad” a un trastorno de la personalidad puede dar la sensación de que la persona es víctima de algo externo que le “pasó”, y eso no siempre ayuda. Estas personas no están enfermas, pero sí pueden tener muchas dificultades para adaptarse a la vida diaria, mantener relaciones estables o manejar sus emociones.

Tampoco significa que sean responsables de todo lo que les pasa. Pero sí implica que hay posibilidad de cambio, con trabajo personal y acompañamiento profesional adecuado.

¿Entonces no es grave?

Al contrario. Los trastornos de la personalidad son serios y reales. Afectan profundamente la vida de quien los tiene y de las personas a su alrededor. No minimizarlos, pero tampoco etiquetarlos como “locura” o “enfermedad”, es una forma más humana y precisa de comprenderlos.

Conclusión

Los trastornos de la personalidad no son enfermedades mentales en el sentido médico. Son formas de ser que se han vuelto rígidas y problemáticas, pero que pueden “cambiar”. No se trata de “curar” a alguien, sino de ayudarle a conocerse mejor, aprender nuevas habilidades emocionales y mejorar sus relaciones.

Las personas con trastornos de personalidad pueden vivir con mayor bienestar y plenitud.

Imágenes: Freepik

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