¿Te sientes constantemente cansado, incluso después de dormir bien? ¿Tu trabajo, que antes te motivaba, ahora solo te genera apatía, irritación o angustia? Si te identificas con estas sensaciones, podrías estar experimentando agotamiento laboral, también conocido como burnout.
Este fenómeno no es simplemente “estar estresado” o “tener una mala semana”. Es una señal de que tu bienestar emocional, físico y mental se está viendo comprometido de manera sostenida.
¿Qué es el agotamiento laboral?
El burnout fue reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un síndrome derivado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no ha sido gestionado de forma efectiva.
Según el enfoque más aceptado, el agotamiento laboral se manifiesta en tres dimensiones principales:
- Cansancio emocional: sentir que ya no se tiene energía para enfrentar el día laboral.
- Despersonalización: volverse cínico, distante o negativo con compañeros, clientes o tareas.
- Baja realización personal: sentir que el trabajo no tiene sentido, que no se logra avanzar o que uno no está siendo eficaz.
¿Cómo saber si lo estás viviendo?
Algunas señales comunes incluyen:
- Sensación constante de fatiga, incluso los fines de semana.
- Dificultad para concentrarte o tomar decisiones.
- Dolores físicos persistentes (cabeza, estómago, tensión muscular).
- Irritabilidad o cambios de humor repentinos.
- Sensación de “vacío” o indiferencia frente al trabajo.
- Dudas sobre tu valor profesional o personal.
- Aislamiento social o desinterés por actividades que antes disfrutabas.
No necesitas experimentar todos estos síntomas para estar atravesando un episodio de agotamiento. A veces, uno solo —pero intenso y persistente— basta para afectarte profundamente.
¿Por qué ocurre?
El agotamiento laboral no solo depende del tipo de trabajo que realizas, sino también de cómo lo vives.
Algunas causas frecuentes incluyen:
- Exceso de carga laboral sin pausas adecuadas.
- Falta de reconocimiento o retroalimentación positiva.
- Ambientes tóxicos o relaciones laborales conflictivas.
- Escasa autonomía o control sobre lo que haces.
- Expectativas poco realistas (autoimpuestas o externas).
- Dificultad para desconectarte del trabajo fuera del horario.
- Falta de sentido o propósito en lo que haces.
¿Por qué ir a terapia?
Muchas personas postergan buscar ayuda profesional, creyendo que “ya se les pasará” o que “solo necesitan vacaciones”. Pero el agotamiento no se cura solo con descanso físico. Es un desgaste profundo que afecta tu percepción de ti mismo, tu identidad y tu bienestar general.
Un proceso terapéutico puede ayudarte a:
- Identificar la raíz emocional del agotamiento.
- Desarrollar herramientas para poner límites saludables.
- Reconectar con tus necesidades personales y profesionales.
- Explorar cambios viables en tu rutina o entorno laboral.
- Recuperar tu autoestima, motivación y bienestar.
- Encontrar nuevos desafíos laborales que te auto motiven
Terapia no es solo “hablar”. Es un espacio donde puedes pensar y reflexionar con mayor claridad, sin juicio, con acompañamiento profesional, y tomar decisiones desde el cuidado, no desde el colapso.
¿Es posible salir del burnout?
Sí, es posible. Y no estás solo/a. El burnout es una experiencia humana, cada vez más común en contextos laborales exigentes, competitivos o emocionalmente desconectados.
La clave está en reconocerlo a tiempo y buscar apoyo. Si estás leyendo esto porque algo dentro de ti ya siente que no puedes seguir así, tal vez sea el momento de dar el paso.
La terapia no es una debilidad, es una forma madura y valiente de cuidarte.
¿Estás listo para empezar a sentirte mejor?
Si sientes que el agotamiento está afectando tu vida, tus relaciones o tu salud, es momento de hacer algo diferente. En terapia, puedes encontrar un espacio seguro para hablar, respirar y comenzar a reconstruir tu bienestar desde adentro.
¿Tienes dudas o quieres agendar cita? Escríbeme sin compromiso. WhatsApp: 613 95 69 29
A veces, el primer paso no es resolverlo todo, sino simplemente animarte a hablarlo.
Imágenes: Freepik