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Por qué no deberíamos autodiagnosticarnos ni diagnosticar a otros, aunque sepamos mucho de psicología

En la era de Internet, la información sobre salud mental está más accesible que nunca. Redes sociales, blogs, podcasts y libros de divulgación nos enseñan sobre ansiedad, depresión, TDAH, trastornos de la personalidad y más (de hecho, estoy segura que mis artículos te están ayudando). Esto tiene efectos positivos: muchas personas ahora reconocen síntomas que antes ignoraban o no sabían cómo nombrar. Sin embargo, también ha traído un fenómeno preocupante que cada día más estamos viendo los psicólogos: el autodiagnóstico y el diagnóstico informal de otras personas.

Aunque entender mejor la psicología nos ayuda a cuidarnos, a poder indentificar posibles problemas psicológicos en nosotros y otras personas, o tener más empatía hacia los demás, no sustituye la evaluación profesional. En este artículo te voy a explicar por qué autodiagnosticarse (o diagnosticar a otros) puede ser no solo inexacto, sino también dañino.

1. El conocimiento teórico no reemplaza la formación clínica

Leer mucho sobre psicología no nos convierte en psicólogos clínicos. El diagnóstico profesional requiere años de formación académica, supervisión clínica, experiencia directa con pacientes y conocimientos en técnicas de evaluación psicométrica.

Por ejemplo, un profesional no se basa únicamente en los síntomas aparentes. Considera:

  • Duración e intensidad de los síntomas.
  • Contexto cultural y social.
  • Historia de vida completa del paciente.
  • Posibles trastornos médicos que imitan síntomas psicológicos.
  • Diagnósticos diferenciales (otras condiciones con síntomas parecidos).
  • Evaluaciones estandarizadas y entrevistas clínicas estructuradas.

Esto es algo que una persona, por muy informada que esté, no puede hacer sola ni con otra persona, sin la formación adecuada.

2. Los sesgos cognitivos nos juegan en contra

Cuando nos observamos a nosotros mismos o a alguien cercano, no somos objetivos. Nuestros juicios están influenciados por emociones, miedos, experiencias pasadas o incluso deseos inconscientes.

  • Si estamos atravesando una mala racha, es fácil pensar: “Tengo depresión”, cuando tal vez estamos tristes por una pérdida o un cambio importante.
  • Si una persona cercana nos irrita o nos confunde, podríamos etiquetarla como “narcisista” o “tóxica”, sin entender el trasfondo de su comportamiento o sin tener toda la información.

El diagnóstico psicológico no es una etiqueta que uno pueda aplicar porque un comportamiento “encaja” con una lista de síntomas. Es un proceso clínico profundo.

3. Los trastornos psicológicos no son “categorías claras”

La mayoría de los trastornos mentales no funcionan como enfermedades físicas donde un análisis de sangre da un resultado claro. Son constructos clínicos: conjuntos de síntomas que aparecen juntos con cierta frecuencia y que causan un deterioro significativo.

Por eso, dos personas con el mismo diagnóstico pueden parecer muy distintas. Además, los síntomas se superponen entre muchos trastornos. Por ejemplo:

  • La dificultad para concentrarse puede aparecer en el TDAH, la depresión, la ansiedad o incluso el insomnio crónico.
  • El aislamiento social puede ser parte del autismo, la fobia social, la depresión o simplemente un rasgo de personalidad.

Sacar conclusiones sin una evaluación clínica adecuada puede llevar a malinterpretaciones graves.

4. El diagnóstico no es solo una etiqueta: tiene consecuencias

Un diagnóstico psicológico tiene peso: afecta la forma en que nos vemos, cómo nos ven los demás, nuestras decisiones sobre tratamiento y, en algunos contextos, incluso aspectos legales o laborales.

  • Autodiagnosticarse puede llevarnos a adoptar una identidad patológica, reduciendo nuestra complejidad como personas a una sola etiqueta.
  • Puede generar efecto nocebo: sentirnos peor por creer que “tenemos algo”, aunque no lo tengamos clínicamente.
  • Si diagnosticamos a otros sin ser profesionales, podemos causarles daño emocional, estigmatizarlos o interferir en su vida de manera inapropiada.

5. ¿Qué hacer si creemos que algo no va bien?

Informarse sobre psicología está bien. Reconocer síntomas en uno mismo o en otros puede ser el primer paso hacia el bienestar. Pero ese paso debería llevar a consultar con un profesional capacitado.

Algunas recomendaciones:

  • Usa lo que aprendes como herramienta de autoconocimiento, no de diagnóstico.
  • Si te identificas con síntomas preocupantes, agenda una cita con un psicólogo o psiquiatra.
  • Si te preocupa alguien más, sugiérele buscar ayuda, sin imponerle una etiqueta.
  • Ten en cuenta que no todo malestar es un trastorno. A veces, pasar por una crisis o sentirse mal es parte de la vida y no requiere diagnóstico, sino apoyo emocional.

Conclusión

Saber más sobre salud mental es un paso positivo como sociedad, pero debemos tener cuidado con lo que hacemos con ese conocimiento. Autodiagnosticarse o etiquetar a otros sin formación clínica no solo es inexacto, sino que puede generar más daño que ayuda.

La psicología es una ciencia compleja que merece ser tratada con respeto. Si sientes que algo no está bien, buscar ayuda profesional es siempre el camino más seguro y responsable.

Imágenes freepik

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